lunes, 5 de agosto de 2013

EL HACEDOR DEL BIEN.

Era de noche y estuvo Él solo. Y vio desde lejos las murallas de una vasta ciudad y se acercó a ella.
Y cuando estuvo muy cerca oyó el jadeo del placer, la risa de la alegría y el sonido penetrante de numerosos laúdes. Y llamó, y uno de los guardianes de las puertas le abrió.
Y contempló una casa construida con mármol y que tenía unas bellas columnatas de igual materia en su fachada, y sus columnatas estaban cubiertas de guirnaldas y dentro y fuera habla antorchas de cedro.
Y Él penetró en la casa.

Y cuando hubo atravesado el vestíbulo de calcedonia y el de jaspe y llegó a la gran sala del festín, vio acostado sobre un lecho de púrpura a un joven con los cabellos coronados de rosas rojas y con los labios rojos de vino.
Y se acercó a él, le tocó en el hombro, y le dijo:
-¿Por qué haces esta vida?

Y el joven se volvió y reconociéndole contestó: -Era yo leproso y tú me curaste. ¿Cómo iba yo a hacer otra vida?
Y él abandonó la casa y salió a la calle de nuevo.

Y algo más lejos vio una mujer con la cara pintada, y el traje de colores llamativos, y cuyos pies estaban calzados de perlas. Y detrás de ella caminaba un hombre, con el paso lento de un cazador y llevando un manto de dos colores. Y la faz de la mujer era bella como la de un ídolo y los ojos del joven centelleaban cargados de deseo.
Y Él le siguió rápidamente. Y tocándole en una mano, le dijo: -¿Por qué sigues a esa mujer y la miras de esa manera?
Y el joven se volvió, y, reconociéndole, respondió: -Era yo ciego y me devolviste la vista. ¿Cómo iba yo a mirarla de otra manera?
Y Él corrió hacia adelante, y tocando el vestido de colores chillones de la mujer, dijo: -Ese camino que sigues es el del pecado, ¿por qué lo sigues?
Y la mujer se volvió y le reconoció. Y le dijo riendo: -Me perdonaste todos mis pecados y este camino que sigo es agradable.
Entonces Él sintió su corazón lleno de tristeza y abandonó la ciudad. Y cuando salía de ella, vio por fin, sentado al borde de los fosos de la ciudad, a un joven que lloraba.
Y se acercó a él, y tocándole los rizos de sus cabellos, le dijo: -¿Por qué lloras? 

Y el joven alzó los ojos para mirarle, y reconociéndole, respondió: -Estaba yo muerto y me resucitaste. ¿Qué iba yo a hacer más que llorar?
https://www.youtube.com/watch?v=h0RVDyn4wkM (POEMA YOUTUBE)

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