domingo, 18 de agosto de 2013

LA SERPIENTE.

POPULAR ORIENTAL.

Una vez un cazador pasaba por una cantera cuando vio una serpiente atrapada por una enorme piedra. Al verlo, la serpiente le pidió:
— Por favor, ayúdame, levanta la piedra.



   
El cazador respondió:
   
— No puedo ayudarte, pues seguramente me devorarás.
   
El reptil volvió a pedir ayuda, prometiendo que no comería al hombre. Entonces, el hombre liberó a la serpiente y ésta, inmediatamente, hizo un movimiento hacia él como para atacarlo.
 

   



— ¿No prometiste que no ibas a comerme si te dejaba ir? –preguntó el hombre.
   
La serpiente respondió:
   
— El hambre es el hambre.
   
— Pero –dijo el cazador-, si haces algo incorrecto, ¿qué tiene que ver el hambre con ello?

El hombre entonces sugirió que expusieran el asunto ante la opinión de otros. Se internaron en un bosque donde encontraron un perro. 
 
Le preguntaron si le parecía que la serpiente debía comer al hombre, y respondió:
   
— Una vez pertenecí a un hombre. Cazaba liebres y siempre me daba la mejor carne para comer. Pero ahora que soy viejo, y que no puedo atrapar ni una tortuga, él quiere matarme. Así como yo he obtenido mal a cambio de bien, eso es lo que la serpiente debe darte a ti. Declaro que te coma.
   
— Ya has oído su juicio –dijo la serpiente al hombre.
   
Pero decidieron que oirían tres opiniones y no una, así que continuaron su camino. Al poco rato, encontraron un caballo y le pidieron que juzgara el caso.
 

   
— Pienso que la serpiente debe comer al hombre –dijo el caballo.
   
Y continuó:
   
— Una vez tuve un amo. Él me alimentó mientras yo podía trabajar. Ahora que estoy débil y ya no puedo cumplir con mis tareas, desea matarme.
   
La serpiente dijo al hombre:
   
— Tenemos ahora a unanimidad de dos juicios.
   
Un poco más adelante, se cruzaron con un zorro.
 

  

El cazador dijo:
   
— Querido amigo, ¡necesito tu ayuda! Pasaba por una cantera cuando vi a esta enorme serpiente atrapada bajo una roca al borde de la muerte. Me pidió que la liberara; yo lo hice y, sin embargo, ahora quiere comerme.
   
El zorro respondió:
   
— Si tengo que dar mi opinión, volvamos al lugar de los hechos para ver la situación de manera más real.
   
Volvieron a la cantera, y el zorro pidió que la roca fuera colocada encima de la serpiente, para reconstruir los hechos. Así se hizo.
  
 Entonces, el zorro preguntó:
  
— ¿Era así como estabas?
   
— Sí –dijo la serpiente.
  
— Muy bien –dijo el zorro-. Así permanecerás el resto de tu vida.

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