sábado, 7 de septiembre de 2013

EL ESPEJO ESTROPEADO.


Mario era un niño listo y rico, que tenía de todo.
Como tenía de todo, sólo le llamaba la atención los objetos más raros y curiosos.

Un día pasó por una tienda y vio un espejo antiguo y convenció a sus padres para que se lo compraran.

Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste. Delante del espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo triste. Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió muy contento a mirarse otra vez en el espejo. Pero su reflejo seguía triste.

Consiguió todo tipo de juguetes, pero aún así no dejó de verse triste en el espejo.

Decepcionado abandonó el espejo en un rincón, pensando que el espejo estaba estropeado.
Esa misma tarde salió a la calle para jugar pero yendo hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que estaba solo y lloraba tristemente.

Mario se acercó al niño pequeño que le contó que se había perdido de su papá y de su mamá, y juntos se pusieron a buscarlos.
Tras mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, que estaban muy preocupados.

Mario volvió a su casa, al llegar a su habitación, vio un brillo especial que salía del rincón en que abandonó el espejo.
Al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera.

Entonces comprendió el misterio de aquel espejo, solamente reflejaba la verdadera alegría. Mario se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño.

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