lunes, 28 de octubre de 2013

LA CAJA DE JOYAS.

Se cuenta la historia de una mujer que llevaba a la joyería una caja
con joyas de varios tamaños. Justamente frente a la tienda tropezó y la caja cayó al suelo. La tapa del cofrecito se abrió y las joyas se dispersaron por doquier.

   
Los ayudantes del joyero salieron de la joyería corriendo,
para impedir que alguien que para por allí se llevara algunas de las joyas, y ayudaron a la mujer a recogerlas. Un avestruz que pasaba por el lugar llegó velozmente y, sin que nadie lo notara, en medio de la excitación, se tragó la piedra mejor y más grande.
   
Cuando la mujer se dio cuenta de que le faltaba esta gema comenzó a lamentarse y, a pesar de buscarla por todas partes, no pudo encontrarla. Alguien dijo:
   
— La única persona que pudo haber tomado la piedra es aquel monje peregrino que está sentado silenciosamente junto a la joyería.
   
El monje peregrino había visto al avestruz tragarse la piedra, pero no quería que se derramara sangre. Por lo tanto, cuando se le aprehendió, registró y hasta golpeó, no dijo más que:
   
— Yo no he tomado absolutamente nada.
   
Mientras le apaleaban, llegó otro monje peregrino e instó a la muchedumbre a que tuviese cuidado con lo que estaba haciendo. Entonces, a él también le aprehendieron y acusaron de haber tomado la piedra, que subrepticiamente le pasó el primer monje, sin creerle.
   
Mientras esto sucedía, apareció un hombre dotado de conocimiento y, al advertir la presencia del avestruz, preguntó:
   
— ¿Estaba aquí esta ave cuando la caja cayó al suelo?
   
— Sí –dijo la gente.
   
— En ese caso –aconsejó- presten atención al avestruz.





   
Se pagó al dueño del avestruz el valor del animal, lo mataron, y en su estómago se encontró la joya que faltaba.

Popular de Vietnam

No hay comentarios:

Publicar un comentario