jueves, 2 de enero de 2014

ORO Y CENIZA.

 Había un comerciante rico y avaro que un día encontró su oro convertido en ceniza. Se afligió tanto que se fue a la cama, rechazando todo alimento.
Un amigo, enterado de su enfermedad, fue a visitarlo y comprendió la causa de su dolor. Le dijo entonces:
— No hacías bueno uso de tus riquezas. Por eso cuando las amasabas no eran mejores que la ceniza. Ahora, escucha mi consejo: extiende una estera en tu bazar, pon encima de esta ceniza y finge que haces comercio.
El rico hizo como le había aconsejado el amigo, y cuando alguien le preguntó:


— ¿Por qué vendes ceniza?, él respondió:
— Pongo en venta mis bienes.
Un día pasó por allí una muchacha huérfana y muy pobre, pero sin codicia en el corazón. Viendo al comerciante en el bazar le dijo:
— Señor, ¿por qué has reunido aquí tanto oro y tanta plata para venderlos?
El rico comerciante le respondió:
— Si quieres puedes llevarte un puñado de oro y otro de plata, te los regalo.
Y ella tomó un puñado de ceniza, que en seguida se cambió en oro.
Para quien tiene las manos puras, la ceniza se convierte en oro; para quien tiene codicia en el corazón el oro se convierte en preocupación y amargura.
Parábola budista

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