viernes, 7 de febrero de 2014

EL SUEÑO.

Una noche desperté en medio de la nada. No tenía recuerdos, apenas tenía conciencia de que estaba vivo. Miré para todos lados, sólo veía un vasto desierto totalmente seco. Mientras contemplaba aquella escena un hombre se me acercó y con una voz melodiosa me dio la bienvenida. Yo seguía sin entender nada de lo que sucedía, le pregunté qué  ocurría  a lo que él me respondió mostrándome una escena delante de mis ojos. En ella me veía protestando por la vida miserable que llevaba, estaba deprimido y arrinconado en un callejón sin salida.
Quedé por unos instantes mirando aquella escena, un recuerdo fugaz atravesó mi mente, ese era yo unos minutos antes de dormirme. Entonces enfurecido el pregunté a aquel hombre qué solución me daba ante aquella situación. Me miró por unos instantes como si leyese mi alma y me dijo: ¿ves aquella puerta allá a lo lejos? Ve hacia allá. Lo que ves ahora es tu vida tal cual cómo la sientes en este momento, pero cuando hayas atravesado aquella puerta la verás tal cual es. Allí encontrarás la respuesta.
Apresuradamente me dirigí hacia aquel lugar, quería desaparecer de ese desierto horrible. A medida que me acercaba sentía algo que me presionaba el pecho, pero no le di importancia. Estando ya en pié en frente de aquella puerta dudé por unos instantes, empecé a ver mucha gente atravesando el desierto sin rumbo. Miré para todos lados y no había más puertas, la mía era la única. Me decidí a entrar….
Todo era como un inmenso paraíso, pero a través de las bellezas que mi vista contemplaba veía como escenas de mi vida incrustadas en aquel paisaje. Cuando miraba hacia aquel manantial hermoso, veía una imagen de mi familia, cuando veía el hermoso césped con sus flores en abundancia, aparecía una imagen de mis padres y así sucesivamente. Atónito y aturdido continué caminando hasta llegar a la ribera de un hermoso río. Cerca de este había un puente para cruzarlo, quería llegar al otro lado por lo tanto decidí atravesarlo. Pero al llegar a la mitad del puente una imagen apareció allí, me veía saludable, con amigos, en mi casa, en la calle; muchas escenas juntas en una sola imagen. Pero de pronto apareció aquella imagen de esa noche, la misma que aquel hombre me mostró. Todo el puente empezó a sacudirse hasta romperse y caí sobre las aguas de aquél río. Desesperado quise nadar, pero no tenía fuerzas, quise pedir auxilio, pero estaba  mudo, quise mantenerme a flote, pero estaba lisiado. Luego de unos segundos desesperantes la correntada me largó sobre la orilla.
No sabía en dónde estaba, cuando el rió me largó a tierra firme todo se me transformó en oscuro, no veía nada.  Quise hablar pero nadie me escuchaba, afiné mis oídos para oír algo, pero estaban sordos. La desesperación comenzó a apoderarse de mi cuando una brisa suave rozó mi cuerpo. En ese preciso instante recuperé todas mis facultades. Volví a mirar hacia mí alrededor y vi nuevamente aquel desierto árido. Nuevamente el hombre se me acercó y me dijo: ¿puedes recordar todas las bendiciones que recibes en tu vida?  Luego de unos momentos de mudez le respondí que sí. Entonces me pidió que comenzara ahora mismo.
Mi mente empezó a hacer un esfuerzo enorme, parecía que todos los recuerdos se me habían borrado. Pero de apoco comencé a recordar, y a la vez que recordaba el paisaje se iba transformando. Surgía el río, aparecía la llanura, se levantaba el manantial, crecían los árboles, el clima mejoraba y toda la gente que antes veía vagar por el desierto ahora estaba en mi paisaje con un rostro feliz.
¡Pero aún no tengo lo que necesito! Le grité al hombre. El me miro dulcemente y me respondió: Paciencia, ya llegará. Como puedes ver no te falta nada, ¿o acaso lo que tienes no te sirve para mantenerte vivo y sano? Permanecí en silencio, sabía que él tenía razón y mas allá de que todo esto sea real o no, de que exista o sea un invento nadie podía decir lo contrario a lo que veía.
Lentamente me desperté de aquel sueño, todavía podía oler el perfume de las flores, la humedad del río en mi piel. Quedé sentado durante un rato en mi cama aprendiendo a ser paciente y agradecido.

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