viernes, 7 de febrero de 2014

EMPAÑADO.

Era uno de esos momentos únicos. Ella viajaba en el ómnibus de larga distancia mientras miraba por la ventana. Era justo el atardecer, la puesta de sol estaba en escena. Era un momento único y bello. Pero dado a las leyes de la física, el vidrio empezó a empañarse. Ya la vista no era la misma. Algo opaco la belleza de la vida. Algo obstaculiza la mirada a través del cristal. Cuando ya no se veía casi nada, una mano que llevaba
un pañuelo, limpió el vidrio. Ahora se podía ver nuevamente toda la belleza exterior. No siempre es así, muchas veces el vidrio no se empaña. Otras veces, uno mismo tiene que limpiarlo y humedecerse las manos. Pero ella ya no pensaba en eso. Continuó mirando por su ventana que nuevamente se volvía a empañar pero, se la podía volver a limpiar. Ya llegará un momento en que por un tiempo, el vidrio no se empañe más. Pero esa no era su preocupación, ya que siempre el vidrio empañado, se puede limpiar.

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