viernes, 7 de febrero de 2014

SOLIDARIDAD.


El otro día me encontraba paseando por la costanera en mi ciudad con mi novia mientras iba disfrutando del mar y de unos deliciosos pochoclos o palomitas como también le dicen. De pronto, una niñita de unos cuatros años pasó al lado mío en una bicicleta, se chocó contra un poste de luz u se cayó. Luego de unos instantes se largó a llorar, yo quedé medio inmóvil, era como si me hubiesen despertado un sueño y estás aturdido. Mi novia enseguida se agachó para ayudarla, luego de eso recién dispuse mi ayuda hasta que llegó el padre de la niña. ¿Cómo pudiste ser tan insensible? , fue la pregunta de mi novia. En ese momento me di cuenta que había actuado horriblemente al vacilar en ayudar a esa niñita. Venía tan concentrado en mi mundo y el paseo que no desperté ante la necesidad de otra persona. Hasta el día de hoy que sigo avergonzado por el hecho. Pero todo en esta vida sirve y escribo este desagradable incidente por una cuestión: la insensibilidad humana frente a la necesidad de otros. Es algo que observo mucho, pues lleva desde una simple indiferencia hacia nuestro prójimo hasta una espantosa guerra, hambre y pobreza.
Cómo algo tan pequeño produce tanto desastre, esa falta de sensibilidad, solidaridad para llamarlo por su nombre, es lo que nos afecta tanto como sociedad. Y en ese momento me transformé en una de esas tantas personas con una actitud que cualquiera despreciaría.
Espero que para al próxima, yo y ustedes seamos más sensibles y solidarios con los que nos rodean. Un abrazo a todos!

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