miércoles, 25 de mayo de 2016

ME LLAMO NASRUDÍN Y SOY CONTRABANDISTA.

          
             Cuando era joven, Nasrudín cruzaba todos los días la frontera con las cestas de su asno bien cargadas de paja. Se dedicaba al contrabando, y cuando llegaba a la aduana lo primero que hacía era confesarlo:

           -Me llamo Nasrudín y soy contrabandista.

           Los guardas le registraban una y otra vez. Comprobaban sus ropas y su carga: metían la bayoneta en la paja, la sumergían en agua e incluso habían llegado a quemarla para ver si llevaba algo oculto. Pero nuna hallaban nada.

           Mientras tanto, la riqueza de Nasrudín no dejaba de aumentar. Cuando finalmente se convirtió en mulá, le destinaron a una aldea muy lejana y abandonó para siempre el contrabando.

           Un día, en aquel lugar remoto, se encontró con uno de los aduaneros de su juventud. Éste no pudo resistir la tentación de preguntar:

            -Ahora me lo puedes decir, Nasrudín: ¿qué pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?

            -Asnos -respondió el sabio.

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